diciembre 30, 2003

Notitas sobre el viaje...

1. Un viaje largamente esperado.
Lo deseábamos desde mucho tiempo antes. Sabíamos que tenía que ser ese viaje y no otro, porque era el viaje que pobló nuestras ilusiones cuando éramos más inocentes: no habíamos sufrido todavía, no pensábamos que el tiempo jamás se detiene y separa a la gente sin piedad.

2. Cambio de papeles.
Fuimos a la ciudad que, cuando los viajes de antaño, fue favorita de mis padres: San Francisco. Y al sitio que era favorito de mi hermano y mío: Disneylandia. Curioso: se invirtieron los papeles. Mi papá disfrutó Disney, recordando a sus hijitos (han pasado veinticinco años, cuando menos, desde el primer viaje de esos)... y nosotros fuimos inmensamente felices en San Francisco. Aunque para ser sinceros, creo que todos fuimos intensamente felices en todos lados.

3. Sin hogar.
Hubo momentos en que sentí que se me rompía algo dentro. Me pasa constantemente, sé que mi empatía raya en lo enfermo, pero en este caso fue especialmente difícil. Fue al ver a los homeless de San Francisco, que me parecían tan frágiles, tan tristes, tan llenos de historias. Sus ojos gritan que no es cierto el american way of life. Y lo peor: ponen carteles que nos dejan asomarnos un poquito a su desgracia. Paso a su lado, leo sus letreros, sigo adelante, pero cambia el sentido, para siempre, de la trillada frase ‘I left my heart in San Francisco’.

4. SIDA y palomas.
Primera historia. Voy caminando por el barrio chino. Hace frío, oscurece. Sentado junto a un negocio hay un hombre joven, muy delgado, con su consabido letrero a un lado. Sólo que desde mi ángulo es imposible leerlo. Lo veo un momento y pienso: “este tipo está enfermo”. Pero se me olvida cuando me doy cuenta de lo que hace: llama a una paloma. Sí, de esas palomas urbanas, de las que vuelan al menor movimiento. Y algo tiene este muchacho (¿treinta? ¿treinta y cinco años?), porque la paloma no se va, se le acerca, se deja acariciar. Se me hace un nudo en la garganta. Y entonces veo el letrero: “I have AIDS, and no home. But I’d like to have a warm Xtmas”. Lloro, le doy un dólar, pero siento la impotencia abrazándome.

5. La espalda destrozada.
Es otro sinhogar. No puede enderezarse porque tiene la espalda lastimada. Se le cae al piso su inhalador (tiene asma). Trata de levantarlo. Se le cae el bastón. Llora. Lloramos, porque voy en auto y no puedo detenerme a ayudarle, porque la vida viene sin anestesia.

6. Cambio de tono: manos fuertes.
A veces sí se puede hacer algo, poco, pero algo. Nos detiene en un estacionamiento una mujer, pidiendo ‘manos fuertes’. Mi hermano acude al llamado, curioso. Se trata de bajar una silla de ruedas de un automóvil. La joven le cuenta, sacó a pasear a su abuela esperando que ‘la providencia’ le ayudara a encontrar quién le ayudara con la silla. Y mi hermano siente que salió a pasear con su propia abuela, que en paz descanse.

7. Chillona
Tengo que admitirlo: soy chillona, me impresiona todo, todo me deja huella. O casi, pues. Lo mismo lloro de tristeza con los cuadros de desgracia, que de emoción cuando me encuentro algo hermoso, o cursi (soy, claro, muy cursi). Ejemplos: una buena obra de teatro, un villancico, un enfermo acariciando una paloma, un paseo en Disneylandia, el recuerdo de mi amado, tan lejos en geografía y tan cerca en pensamiento.

8. Compras
Y por otra parte, me da por comprar madrecitas. Mientras más raras, mejor. Pero heredé de mi papá un hábito: me gusta comprar para otros, sobre todo cuando encuentro algo que sé que les encantará. Por suerte, de mi mamá heredé el hábito de comprar para mí ropa y zapatos, disfrutando cada momento (desde que entro a la tienda hasta que me dan el cambio).

9. Libros.
Y revistas. Y discos. Y papelería. Y cosas raras. Y películas. Eso me gusta comprar para mí.

diciembre 16, 2003

¡Madres!

Estas dos caballeras que caminan por la calle son mi abuela y mi madre. Ya escribiré sobre cada una. Baste decir que en sus días mi abuela fue muy guapa (el sufrimiento la consumió luego de la muerte de su marido, mi abuelo). Y que mi madre era wow. Así, en pocas palabras. Como mamá era buenísima, y como maestra también (yo prefería acompañarla a sus clases en el Poli que ir a las mías en la primaria, jeje). Cuando pienso en ellas, me doy cuenta de que son muchos mis motivos para sentirme afortunada.

diciembre 12, 2003

Otro viernes

1) ¿Qué quitarías del mundo?
La estupidez

2) ¿Cuál es tu sentimiento favorito?
La alegría

3) ¿Cuál es el recuerdo más intenso que tienes?
No me acuerdo

4) ¿Cuál es el pensamiento que más se te repite a lo largo del día?
'Tengo hambre'

5) ¿Qué es lo que más te gusta provocar en la gente?
Risa

diciembre 11, 2003

Mon papà

En la foto siguiente pueden ver una escena de la vida de mi apá. La pongo porque recién me topé la foto, y me pareció linda. Ahí pueden ver a mi abuelo Marciano, que -como ya habrán notado- más bien parece humano. Estoy segura de que era un disfraz: si no, ¿de dónde sacó los ojos azules? ¿dirán que allá en el rancho, a cuatro horas a pie del pueblo más cercano, había una óptica devlyn? No, no, no: no son contact lenses. (Aunque la verdad, yo me imaginaba sus ojos más grandotes y de color azul cielo, contrastando con una saludable piel verde metálica... en fin. La familia no siempre es lo que uno espera. Además, en esta foto no se alcanzan a ver esos ojillos... ni las antenas, que seguro tenía, pero ocultas).
También está ahí mi abuela Virginia, mamá de mi apá. Ella vivió la friolera (me encanta la palabra friolera) de 104 años. Y con una salud envidiable, la verdad. Como la gente de antaño, se acostó en su cama, decidió morirse y se murió dormida. Caray.
Los escuinclitos alrededor son mis tíos (y mi papá: el niño que está atrasito del del triciclo).
Mi papá quería ser doctor o músico. Tocaba el violín, el acordeón y la guitarra, pero cuando trabajaba en una fábrica empacadora de bolsas de plástico, se medio cercenó el índice de la mano derecha. Se lo arreglaron, pero le duele cuando pulsa los instrumentos. Por cuestiones prácticas dejó a un lado la idea de la medicina: es más corta la carrera del magisterio. De todos modos, es muy bueno poniendo inyecciones y de repente dice que va a tomar cursos de medicina nomás porque sí. No sé si creerle.
En todo caso, no le hace falta, porque doctor ya es (en pedagogía, pero bueno...)
Sí, estoy orgullosa de él. :)

diciembre 05, 2003

Viernes 5 de diciembre

1) ¿En que tipo de vivienda vives: casa, piso, chalet, de propiedad, de alquiler, en casa de tus padres, en residencia de estudiantes...?

Durante 16 años viví en el centro de la ciudad, en una casa vieja que tenía una placa burlona de ser 'patrimonio del centro histórico'. La casa se deshacía a pedazos, una vez me cayó encima el techo de la cocina (y por suerte, nada pasó). Luego, mi papá construyó fuera del centro, en una zona que a mí me parece lejana y tranquila. Estamos desde hace 11 años aquí, en Iztapalapa, en casa propia (de él). Mi vida ya es larga: dieciséis más once es mucho tiempo. Y ahora, el año entrante, me mudaré de nuevo. No sé aún a dónde, pero ya sé con quién, y eso es emocionante y dulce.

2) ¿Cuál es tu estancia favorita de la casa?

En la casa antigua era una ventana con repisa en la cocina, donde me sentaba a leer, a ver por horas el patio, a escribir, a hablar por teléfono. Era una repisa multiusos: podía jugar con mis muñecas, comer, hacer experimentos diversos, mirar el mundo. Y todo a una altura elevada (tenía que usar apoyos para trepar) por lo que no era visible fácilmente.

3) ¿Cuál es el último objeto que has comprado para la casa (o para tu habitación)?

Estoy en fase ahorrativa: creo que no he comprado nada... momento: en octubre compré un edredón, pero será para la cama matrimonial que aún no ocupo. (Antes de eso, libros).

4) Si pudieras elegir, ¿qué obra de arte te gustaría tener en el salón?

La Patética de Tchaikovski.

5) Nunca sales de casa sin...

Nunca salgo de casa sin mí. Aunque a veces se me olvida: llego a la esquina, siento que algo me falta, veo que soy yo lo que falta y refreso, para encontrarme todavía en pojama, sentada en la orilla de la cama.

diciembre 02, 2003

La tos que sigue siguiendo

Me siento mal, no logro conciliar el sueño. Paso lista a los blogs ligados (desde mi otra madriguera) y me doy cuenta de que algunos que creía ya deshabitados se movieron un poco. Eso es chido. Que otros siguen estáticos, que otros se mueven más rápido de lo que los puedo seguir.
Bef anda en Zacatecas: se nos fue sin que pudiéramos ir al cinito o comer o algo. Chin. Pero anda contento y manda saludosm which is always cool.
Acabo de regresar a la chamba tras las vacaciones y ya cuento los días que faltan para las siguientes: 17, nada mal. Creo que debería tener una semana de descanso por cada tres de trabajo, para poder estar siempre fresca y rosagante (¿rozagante?).
En fin. Me voy a la meme (espero)